Repasando lo aprendido
En el capítulo anterior, desarrollamos una pequeña introducción sobre el cáncer de mama. Clasificamos algunas de sus principales causas, exploramos la anatomía de la mama, vimos cuáles eran los subtipos más comunes de tumor y aprendimos a realizar la autoexploración mamaria. Al tratarse del primero de todos, es probablemente uno de los capítulos más extensos de esta Guía. Dicho capítulo está diseñado para ofrecer una mínima base inicial de conocimiento; base que será la que nos permita desarrollar con mayor profundidad los siguientes aspectos de esta patología, como pueden ser los síntomas, el diagnóstico, las diferentes opciones de terapia, el proceso de recuperación, etc.
Por tanto, la naturaleza de los próximos capítulos será más directa y precisa, a la vez que se irá profundizando y aumentando la complejidad progresivamente, con el fin de llegar a comprender con mayor detalle cada uno de los elementos fundamentales del cáncer de mama.
La finalidad de este capítulo
En este segundo capítulo, vamos a centrarnos exclusivamente en la sintomatología del cáncer de mama. En él, exploraremos los signos y síntomas más relevantes y frecuentes que podemos observar en el caso de la enfermedad mamaria general y del cáncer en particular.
Para identificar estos síntomas, siempre se realizará en primera instancia la autoexploración de la mama. Si no conoces cómo se realiza esta exploración, puedes verlo al final del primer capítulo.
Pulsa aquí para ir al primer capítulo de la Guía
Signos y síntomas
Cuando se forma un tumor en la mama, sea este benigno o maligno (recordemos, como ya vimos en el capítulo anterior, que no todos los tumores son sinónimos de cáncer), suelen aparecer una serie de síntomas que surgen de forma lenta y progresiva.
Esta naturaleza lenta y progresiva es la que precisamente dota de tal importancia a la autoexploración, ya que reconocer la aparición del tumor en sus estadios más iniciales puede suponer una gran diferencia, disminuyendo considerablemente los posibles riesgos.
A continuación se muestra una lista con los principales síntomas y signos que podemos observar en un tumor de mama, para luego entrar en mayor detalle en cada uno de ellos:
- Asimetría de la mama
- Edema en la piel
- Piel de naranja
- Piel enrojecida y caliente
- Depresiones o ulceraciones en la piel
- Pezón retraído
- Cambios en el color del pezón
- Masa palpable
- Adenopatías en axilas
- Adenopatías supraclaviculares
- Dolor en determinados huesos
- Malestar general
- Ictericia
- Convulsiones
- Anemia
Asimetría de la mama
Cuando al observar las mamas frente al espejo, una de las dos se encuentra ligeramente desviada, abultada o desplazada. Para comprobar esta asimetría no solo debemos situarnos frente al espejo con nuestros brazos relajados, sino que también debemos hacerlo colocando las manos detrás de la cabeza, unidas entre sí.
Edema en la piel
Cuando el tumor afecta a los vasos linfáticos, esto puede dificultar el tránsito de la linfa, produciendo una cierta hinchazón blanda que se conoce como edema. Es una sensación parecida a la hinchazón que se produce en los tobillos después de andar mucho tiempo.
Piel de naranja
Hay ocasiones en las que el tumor engulle lentamente los tabiques fibrosos que hay en el interior de la mama. Estos tabiques, al verse “arrastrados hacia dentro”, provocan pequeñas y muy marcadas depresiones en una zona concreta de la piel que cubre la mama.
El aspecto de la zona es muy parecido a la piel de naranja, porque a diferencia de una zona lisa, se aprecian zonas ligeramente hundidas y otras sutilmente elevadas (ojo, hablamos de su rugosidad, no su color).
Piel enrojecida y caliente
Ciertos tumores mamarios, como el carcinoma inflamatorio, muestran síntomas muy similares a los de una inflamación. En estos casos, la zona afectada se muestra con un ligero enrojecimiento y una clara elevación de la temperatura.
Depresiones o ulceraciones en la piel
En otras ocasiones, especialmente cuando el tumor se encuentra cerca de la piel, pueden mostrarse zonas deprimidas, ligeramente hundidas e incluso ulceraciones o llagas si la sangre no llega con facilidad hasta la superficie de la mama. Esto se debe a que el tumor “tira” de la piel.
Pezón retraído
Como vimos en el capítulo anterior, en el pezón se reúnen todos los conductos galactóforos que transportan la secreción producida por las glándulas mamarias hacia el exterior.
Cuando un tumor afecta a uno o varios de estos conductos, lentamente “tira” de ellos; esto provoca que indirectamente se “tire” del pezón hacia dentro, provocando su hundimiento. Esta retracción puede variar mucho, siendo prácticamente imperceptible en algunos casos o incluso provocando su desaparición en otros.
Lo más fácil para comprobarlo es contrastar entre ambos pezones.
Por último pero no menos importante, cabe mencionar que hay ciertos pezones que muestran esta retracción de por vida en algunas mujeres, las cuales lo saben desde su juventud. En estos casos particulares debe considerarse como algo normal.
Cambios en el color del pezón
La coloración del pezón es un aspecto importante a la hora de evaluar la existencia de un posible tumor. Por lo general, en las edades más jóvenes el pezón tiende a un color rosado o marrón claro, mientras que se va acercando a un marrón oscuro en edades más avanzadas. Esta pigmentación depende de los melanocitos, células productoras de melanina, las cuales se encuentran de igual manera en el resto de la piel.
En determinados casos, ya sea porque la sangre no pueda llegar con normalidad hasta el pezón o por otras circunstancias, los melanocitos no desarrollan su actividad de manera plena, provocando un cambio en el color del pezón.
En estos casos, el pezón tiende a ser más claro de lo normal.
Masa palpable
Es uno de los principales síntomas de cáncer de mama. A la hora de palpar la mama, debemos valorar la presencia de un tejido suave, ligeramente blando y de consistencia uniforme. A veces encontramos una o varias zonas de mayor dureza o densidad, cuyo tamaño puede variar desde el de un guisante hasta una moneda. Recordemos que una masa palpable no tiene por qué ser un cáncer; en la mayoría de casos es un quiste mamario o un tumor benigno. Para salir de dudas, lo mejor es consultar con un especialista.
Adenopatías en axilas
Durante la autoexploración, es importante no olvidarnos de valorar el estado de las axilas, ya que allí es donde se encuentran los ganglios linfáticos más cercanos. Cuando un ganglio o varios de ellos se encuentra inflamado, se conoce como adenopatía. En el caso de adenopatía por la presencia de un tumor mamario, los ganglios se encuentran aumentados de tamaño y pueden palparse con cierta facilidad. A veces duelen, aunque no es un síntoma frecuente.
Cabe destacar que los ganglios pueden verse inflamados por otras enfermedades mamarias que no tengan relación alguna con un proceso canceroso. Por ejemplo, los ganglios tienden a aumentar su tamaño (o incluso a doler) como consecuencia de una mastitis.
Adenopatías supraclaviculares
Aunque principalmente los vasos linfáticos que provienen de la mama van a parar a los ganglios de las axilas, algunos también van a los ganglios supraclaviculares. Por ello, es importante autoexplorarse también en esta zona. Al igual que en el caso anterior, si nota algún tipo de inflamación y los ganglios se encuentran aumentados de tamaño, lo ideal es acudir a un especialista.
Dolor en determinados huesos
Llegado cierto punto, cuando las células cancerosas alcanzan vasos sanguíneos de la mama y penetran en su interior, hay un notable riesgo de que se dirijan a otras zonas del organismo a través del torrente sanguíneo. Estas migraciones cancerosas se conocen como metástasis, siendo uno de los mayores problemas del cáncer.
Para saber más sobre el proceso del cáncer o la metástasis, pulsa aquí
Uno de los órganos más afectados por la metástasis son los huesos; en particular, la columna vertebral. Por esta razón, si durante varias semanas aprecia un dolor opresivo y constante en algunas vértebras, principalmente en la región lumbar o a lo largo del nervio ciático, consulte con su médico para conocer el origen de la molestia con una mayor exactitud.
Esta circunstancia es especialmente importante a tener en cuenta por aquellas mujeres que fueron tratadas en su día por un cáncer de mama. Puede darse el caso de que se haya eliminado el tumor en el mama pero, al paso de los años, este reaparezca en otra zona del cuerpo debido a una metástasis no detectada. Hay que estar siempre alerta.
Malestar general
Toda lesión tumoral y especialmente aquellos tumores cancerosos suelen provocar un decaimiento del estado general del organismo, debido al mayor consumo de recursos por parte de las células cancerígenas, así como por el sobreesfuerzo de nuestro sistema inmune.
Pueden percibirse lo que denominamos las 3A:
- Anorexia (falta de apetito)
- Adinamia (pérdida de fuerzas para andar, correr, etc)
- Astenia (pérdida de fuerzas generalizada)
Esta sensación general de decaimiento es similar a la que se tiene durante la gripe, pero sin la fiebre, el dolor de cabeza o los vómitos.
Es importante tener en cuenta que cuando una mujer tiene malestar no tiene por qué deberse a un tumor de mama, ya que existen multitud de factores. Ahora bien: si este síntoma aparece junto a otros signos en la mama, el riesgo aumenta considerablemente.
Para finalizar, añadir que este malestar general no es de los primeros síntomas en aparecer en el cáncer de mama, sino que se empieza a desarrollar de manera mucho más tardía.
Ictericia
Este síntoma se da cuando el cáncer de mama produce metástasis al hígado, alterando las funciones hepáticas. Uno de los primeros síntomas de esta disfunción hepática es la ictericia, que consiste en la coloración amarillenta de la piel. Además de la ictericia, el hígado con metástasis suele aumentar su tamaño (hepatomegalia), algo que suele descubrir el médico durante la exploración.
Convulsiones
Otro tipo de metástasis que puede desarrollar el cáncer de mama es hacia el cerebro. En estos casos, los primeros síntomas suelen ser convulsiones similares a las de un ataque epiléptico, aunque con menor intensidad y abarcando una menor extensión dentro del organismo. Al igual que en los casos anteriores de metástasis, estos síntomas pueden aparecer años más tarde en mujeres que fueron tratadas de cáncer de mama con anterioridad (cirugía incluida).
Anemia
La anemia es otro de los síntomas que pueden ser de los primeros en manifestarse, el cual refleja el desarrollo de metástasis del cáncer de mama en el interior de los huesos. Más concretamente, dentro de los mismos, en lo que conocemos como médula ósea.
Cuando la médula se ve afectada por el cáncer, deja de producir células de la sangre en general, entre los cuales se encuentran los hematíes o glóbulos rojo, impulsando la aparición de la anemia.
Los más frecuentes
Para terminar este capítulo, si tuviésemos que clasificar los síntomas del cáncer de mama en base a la frecuencia con la que suelen observarse, podrían distribuirse de la siguiente forma:
- Masa palpable durante una autoexploración y/o examen clínico ➟ 70%
- Pezón retraído o que presenta cambios de color ➟ 5%
- Alteraciones en la piel (piel de naranja, depresiones…) ➟ 5%
- Dolor a la palpación en algunas zonas de la mama ➟ 5%
- Secreciones evacuadas desde el pezón ➟ 2%
- Erosiones o pequeñas úlceras en el pezón ➟ 1%
- Inflamación de la mama (enrojecimiento, calor…) ➟ 1%
Próximo capítulo
Ahora que sabemos identificar correctamente los síntomas, en el próximo capítulo hablaremos sobre qué hacer ante la sospecha de cáncer de mama, así como las etapas y pruebas en el diagnóstico.
¡Hasta la próxima!
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*La mayoría de información expuesta en esta guía se ha elaborado con la ayuda de la Guía del cáncer de mama, escrita por el Dr. Pedro Ramos y el Dr. Antonio Ruiz, así como la mayoría de fotos utilizadas a lo largo del post. Desde Efecto Positivo les estamos completamente agradecidos y queríamos hacerle una mención especial, a pesar de que se han usado otras muchas fuentes para completar la información y ofrecer una guía completa, integral y actualizada.